Si eres de los que, cuando planeas un viaje, buscas una experiencia que vaya más allá del clásico y predecible tour para turistas, con sus tópicas y repetitivas fotos (véase: instantánea posando dentro de una cabina de teléfonos londinense o sosteniendo la Torre inclinada de Pisa) te invitamos a conocer el lado desconocido, en ocasiones más auténtico, de algunas de las ciudades más visitadas del mundo; Para ello os presentamos un puñado de libros que nos descubren aspectos o incluso barrios desconocidos que no siempre se corresponden con la imagen idílica que los clásicos guías turísticos nos ofrecen de las ciudades.
NUEVA YORK
Los Bajos Fondos, Luc Sante
La hoy deslumbrante e imponente ciudad de Nueva York fue en sus orígenes un lugar ciertamente peligroso, marginal e insalubre. Todo se originó alrededor de una pequeña laguna conocida como Collect Pond, alrededor de la cual fueron surgiendo diferentes bloques y calles en unas condiciones de habitabilidad extremadamente precarias: varias familias compartiendo apartamentos sin agua ni electricidad en edificios infestados de ratas. En semejante ambiente no tardaron en surgir bandas organizadas de carácter criminal segregadas por razas o por país de procedencia (origen de algunas de las mafias que siguen operando en nuestros días). De este modo diferentes grupos sociales como irlandeses, judíos,chinos, italianos o afroamericanos fueron poblando unos guetos de los que, afortunadamente, apenas queda rastro en la actualidad. El barrio de Five Points fue el mayor exponente de aquella Nueva York oscura y violenta y estaba situado en lo que después se ha dado en llamar Chinatown.
El libro de Luc Sante (editado en España por Libros del K.O.) se adentra, a través de un proceso de documentación impresionante, en este submundo caracterizado por la violencia y la mezcla de culturas en los albores de la Gran Manzana. A lo largo de diferentes temas como la cultura de bandas callejeras, los juegos de azar, la prostitución o las condiciones de vida en los bloques el autor presenta una visión de Manhattan que sorprenderá a más de un lector. Desde los tugurios que poblaban ambos lados de la calle Bowery hasta el origen de las salas de variedades de Broadway, Bajos Fondos nos traslada a un pasado terrible y que permanece prácticamente enterrado por las hoy turísticas calles y avenidas neoyorquinas. Para conocer más en profundidad este período de la historia podemos aprovechar para visitar el Museo Lower East Side Tenement durante nuestro próximo viaje a Nueva York. Allí encontraremos, entre otras cosas, recreaciones de los viejos apartamentos de esta parte de la ciudad.
BARCELONA
Diario del Ladrón, Jean Genet
Jean Genet es uno de esos escritores al que siempre acompañó la fama de misterioso y hasta de maldito. Su nombre ha quedado asociado, entre otras muchas cosas, a los ambientes sórdidos, en parte gracias a la publicación de su célebre Diario del Ladrón, una obra que retrata como ninguna el barrio Barcelonés del Raval, popularmente conocido como el Barrio Chino. La acción de este Diario del Ladrón nos traslada a la Barcelona de los años 30, cuando el Raval era un hervidero de acción y un poderoso foco de atracción para maleantes de alta y baja estofa. Quienes vivieron en primera persona aquellos días recuerdan con nostalgia el barrio como un lugar de encuentro social y de interacción entre sus vecinos, aunque también señalan la prostitución como un elemento prácticamente omnipresente en las calles. No son pocos los documentos gráficos que, a lo largo del siglo XX, han reflejado esa doble realidad del Raval, lugar de pensiones de mala muerte e improvisados prostíbulos conviviendo con familias enteras hacinadas en pequeños pisos, en una época convulsa en España. En la actualidad el Barrio Chino nos muestra una realidad muy cambiada, a pesar de que algunos elementos parecen mantenerse incólumes con el paso del tiempo. La inmigración cobra hoy en el Raval un protagonismo muy importante, lo cual resulta fácilmente apreciable en los numerosos comercios de la zona que ofertan productos exóticos.
Genet escribió su Diario del Ladrón estando en la cárcel, y de la narración, a pesar de haber mucho de ficción siempre se ha deducido que hay también mucho de autobiografía. Sea como fuere, Jean Genet cuenta hoy en día con una plaza en la ciudad de Barcelona, concretamente en la confluencia de la Avenida Drassanes con el Carrer del Arc, con lo que podemos decir que al bueno del escritor se le recompensó por ayudar a hacer del Raval un barrio histórico.
ROMA
Ladrones de Bicicletas, Luigi Bartolini
Esta novela de Luigi Bartolini fue la que inspiró la archiconocida película El Ladrón de Bicicletas, del director Vittorio de Sica, todo un símbolo del cine neorrealista italiano. El libro se publicó en Italia en 1946 y representa en gran parte la historia que vivió el mismo escritor en la Roma ocupada por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial, cuando hubo de recorrer gran parte de la ciudad siguiendo al ladrón que le había robado la bicicleta. Como buen conocedor del entramado callejero de la ciudad eterna, Bartolini presenta no sólo un fiel retrato de la Roma de la época sino también una pintoresca colección de personajes que contribuyen, con sus virtudes y sus miserias, a crear un universo realmente entrañable.
En el film de Vittorio de Sica tenemos la oportunidad de realizar un recorrido visual por los lugares en los que se desarrolla la trama de la historia. Antonio Ricci, protagonista de la película, obtiene un empleo pegando carteles por las calles pero un día, en plena jornada laboral le roban la bicicleta. El primer lugar en el que la busca es en la plaza Vittorio Emanuele para después hacer lo propio unos metros más adelante, en Porta Portese, todo ello en las inmediaciones de la estación de trenes de Termini.
PARÍS
París era una Fiesta, Ernest Hemingway
Uno de esos escritores cuya memoria permanece irremediablemente unida a la de París es el norteamericano Ernest Hemingway. Su París era una fiesta es referencia de todo un período (los años 20) en el que París disfrutaba de una efervescencia cultural casi sin parangón. Para hacernos una idea del estilo de vida de Hemingway, que llegó a la capital francesa en calidad de reportero del Toronto Star, podemos tomar una frase muy conocida de la novela: “éramos pobres pero felices”. En su periplo parisino, el autor frecuentaba una serie de locales en los que gustaba de beber junto a varios amigos o incluso escribir algunos de sus más célebres relatos. Uno de ellos, de los más conocidos, es el Café de Flore, todavía abierto al público en nuestros días, en el bulevar Saint Germain. Otro de los cafés al que acudía en aquella época el escritor era el Café Les Deux Magots, también en la misma zona. Allí mismo, de hecho, podemos admirar un retrato de Hemingway presidiendo la estancia.
Esta época de esplendor creativo en París ha sido retratado en numerosos libros y filmes; sirva como ejemplo una de las últimas películas de Woody Allen, Medianoche en París, en la que aparecen encarnados, a modo de recreación de París era una fiesta, no sólo Hemingway, sino también Gertrude Stein, Picasso, Dalí, Scott Fitzgerald y unos cuantos más personajes históricos que compartieron reuniones y fiestas en el inolvidable París de la época. En el libro también cobra un gran protagonismo la que por aquel entonces era la mujer de Hemingway: Hadley Richardson.
PRAGA
La Insportable Levadad del Ser, Milan Kundera
La bella ciudad de Praga esconde algunos secretos que pasan a veces inadvertidos al visitante, demasiado entretenido admirando los diferentes monumentos que salpican el callejero de la capital checa. En su ya clásica novela La insoportable levedad del ser Kundera ofrece una visión algo más oscura de la ciudad, aunque la belleza de la misma permanece inalterable. Praga, como capital centroeuropea que es hubo de vivir de cerca los horrores y la destrucción de la Segunda Guerra Mundial, así como los estragos represivos del régimen de la Unión Soviética aunque, a diferencia de otras capitales como Bucarest, Berlín o Varsovia, salió quizás algo más indemne a nivel estético. Es por ello que el visitante poco avezado no se da cuenta, en ocasiones, del pasado que transmiten los viejos edificios de Praga. Se dice, de hecho, que una vez terminada la guerra y habiendo quedado el viejo ayuntamiento dañado por la contienda se decidió no restaurarlo para que las demás ciudades de centroeuropa no pudieran acusar a Praga de haber salido mucho mejor parada del desastre.
Hoy en día, el Reloj Astronómico del ayuntamiento, el Puente Carlos y demás maravillas arquitectónicas de Praga lucen radiantes y más admiradas que nunca, gracias a los miles de turistas que recibe anualmente la ciudad. La novela de Kundera, sin embargo, ofrece otras vistas interesantes de la ciudad, como en la escena en la que Tereza admira la ciudad desde la colina Petrin, resaltando las estatuas que le rodean, así como los tejados y campanarios del centro histórico, ofreciendo al lector una estampa visual que bien merece la pena contemplar en vivo al menos una vez en la vida.
MADRID
El Árbol de la Ciencia, Pío Baroja
Una de las obras más reconocidas de Pío Baroja, El Árbol de la Ciencia nos traslada a un período de la historia de España, el inmediatamente posterior al conocido como “Desastre del 98”, a un Madrid gris, caracterizado por una sociedad empobrecida y semi analfabeta. En este contexto el joven aspirante a médico Andrés Hurtado protagoniza una historia, en gran parte coincidente con la propia biografía de Baroja, cargada de personajes singulares en los que se adivinan críticas a determinados sectores sociales. El hastío y la angustia existencial constituyen el tono general de la narración, a través de la cual conocemos una cara de Madrid más bien sombría, con embaucadores y delincuentes de poca monta campando a sus anchas y con casas en las que pisos hacinados de familias comparten rellano con pensiones de mala muerte. La zona de la capital comprendida entre la estación de Atocha y el Retiro es uno de los principales escenarios de la trama, así como la Universidad Complutense en la que estudia el protagonista.
BERLÍN
Adiós a Berlín, Christopher Isherwood
La novela más célebre de Christopher Isherwood y que inspiró la película Cabaret ofrece un fiel retrato del legendario Berlín de los años 20 y principios de los 30, período de entreguerras que en la capital alemana trajo un tiempo para la diversión y el hedonismo en general, aunque también para la violencia, encarnada en el ascenso del nazismo. El escritor inglés refleja en este librito compuesto por diferentes historias sus propias experiencias de la época, cuando llegó a Berlín procedente de una tradicional Inglaterra que no le permitía vivir su vida social y su sexualidad de una forma plena. En Adiós a Berlín nos encontramos con una serie de personajes muy logrados, de entre los que destaca la joven y alocada Sally Bowles, que nos acompañan en un viaje a través de los viejos cafés y locales de cabaret de la época, concretamente por las calles del barrio de Schöneberg, en el que tenían lugar fiestas de variedades alternadas con trifulcas callejeras protagonizadas por grupos de las juventudes nacionalsocialistas.
En la actualidad Schöneberg destaca, entre otras cosas, por ser un barrio con una importante presencia del colectivo LGTB y en el que cada año se celebra el día del orgullo gay, concretamente en los alrededores de la Nollendorfplatz, que es precisamente una de las zonas en las que residió el propio Isherwood. En la Nollendorfstrasse, a la altura del número 17, encontramos una placa conmemorativa del escritor británico que indica la mítica casa en cuya pensión residió durante su intenso periplo berlinés.