Alquileres y casas de vacaciones en Moscú

La megalópolis moscovita se divide en 12 distritos u “Okrugs”, si bien sólo los 9 primeros conforman el núcleo principal de la ciudad. Entre los más populares encontramos los barrios de Arbat, Tverskoy o Tverskoy. El primero, situado al oeste del Okrug central, es un barrio lleno de cafés y galerías y es muy frecuentado por amantes del arte urbano. La calle Ul Arbat es el eje principal del barrio y la zona peatonal favorita de los moscovitas, llena de malabaristas, músicos y otros artistas callejeros. Tverskoy es una zona más bulliciosa y llena de tiendas, restaurantes de toda condición. En torno a las calles Kamergersky y Stolesnikov encontramos muchos de los lugares de moda de Moscú, como el Café Pushkin. Por su parte, Tverskoy, al norte del centro de la ciudad, es un bonito barrio en el que el teatro y es el protagonista. De hecho, en sus calles hay más de 19 espacios escénicos para música y teatro.

La estampa más fotografiada de Moscú es, sin lugar a dudas, el Kremlin. Este conjunto amurallado alberga cuatro palacios y cuatro catedrales, además de otros edificios civiles. Lo que antiguamente fue residencia de los zares, es hoy el corazón político y administrativo de Rusia. A un lado de las murallas del Kremlin está la también mundialmente famosa Plaza Roja, que divide la ciudad amurallada del barrio de Kitay-gódor y desde la que parten las principales calles de Moscú. En ella se puede visitar la maravillosa Catedral de San Basilio, con sus ornamentadas y coloridas cúpulas, el Museo Estatal de Historia y el Mausoleo de Lenin. Otra de las actividades imprescindibles a la hora de visitar Moscú es pasear, cuando el tiempo lo permita, por el parque Gorky, en el que aún se pueden encontrar numerosos vestigios de la época soviética. Además, para los amantes de la cultura, Moscú tiene una amplia oferta: desde ver al Ballet Ruso en el Bolshoi o empaparse de arte contemporáneo en la Galería Tretyakov.

En una ciudad tan extremadamente polarizada como Moscú, la gastronomía no podía ser menos. Su cocina cuenta con platos humildes, como el borsch (una sopa de verduras preparada con remolacha) y exquisiteces al alcance de unos pocos, como el caviar, siempre servido con blinis (una especie de crepes). Otras delicias locales son la ensalada Stolichnaya (literalmente, “capitalina”), a menudo llamada también ensalada Olivier, y los Pelmeni, una versión rusa de los ravioli. Tampoco puede faltar el vodka, que se bebe acompañando a las comidas y nunca mezclándolo con refrescos. En cuanto a restaurantes, como cabe esperar, la variedad es inabarcable. Si uno se lo puede permitir, es muy recomendable visitar Expeditsiya, que sirve productos de la lejana Siberia. Otra opción más asequible pero también buena es Mari Vanna, donde tanto la cocina como la decoración recuerdan el pasado comunista de Moscú: todo un viaje a la extinta Unión Soviética.

Moscú cuenta con 5 aeropuertos internacionales que conectan la ciudad con casi cualquier rincón del mundo. Los tres más relevantes son Domodedovo, a 42 kilómetros del centro, Sheremetyevo, a 30, y Vnukovo, a 28 kilómetros al suerte de la ciudad. Además de en taxi o en bus, se puede llegar desde los 3 aeródromos en tren, el llamado Aeroexpress. Una vez en la ciudad, el medio estrella es el metro. La red es densa y transporta a unos 7,13 millones de pasajero… ¡al día!. Pero su fama no viene por su servicio, que suele funcionar bastante bien, sino por sus espectaculares estaciones. Construido en 1935, el metro se concibió como un “palacio para la clase obrera”: sin duda hay que visitar algunas estaciones como las de Novoslodobskaya, Belorusskaya o Park Kultury. Por último, en los meses de verano, se puede alquilar bicicletas en alguno de los muchos negocios que se dedican a ello.