Central Park no es un parque normal y corriente: en primer lugar, porque se puede disfrutar del canto de los pajaritos mientras se contemplan decenas de rascacielos más allá de las copas de los árboles y, en segundo lugar, por la infinidad de actividades que ofrece para realizar en las distintas partes de la gran superficie que ocupa. Da gusto pasear por sus senderos, jardines, valles y lagunas, contemplando los distintos puentes y monumentos, entre los que destacan el castillo Belvedere (de estilo victoriano), la estatua de Alicia en el país de las maravillas o el obelisco dedicado a Cleopatra. Aunque el más emotivo (e imprescindible) es el llamado Strawberry Fields Forever, en honor al querido John Lennon, que fue asesinado en 1980 muy cerca de ese mosaico con la palabra Imagine, donde la gente de Nueva York sigue dejando flores a día de hoy.
Además de correr, patinar o hacer ciclismo, en Central Park se pueden hacer otras actividades muy divertidas, como ir al zoo, asistir a un concierto u obra de teatro, nadar en la piscina cubierta, jugar al tenis o montar en coche de caballos, en tiovivo o en barco. Un bote para cuatro personas cuesta 12 dólares la hora, pero a quienes no les apetezca remar, podrán alquilar una góndola con capacidad para 6 personas por 30 dólares por cada media hora. En invierno, hay una pista de hielo y el precio del alquiler de los patines es de 8 dólares.